La contaminación y amenaza por microplásticos ha dejado de ser un problema exclusivo de los océanos y alimentos para convertirse en una amenaza latente también en el aire que respiramos. Estudios recientes han revelado que una persona promedio podría estar inhalando diariamente hasta 68,000 partículas microscópicas de plástico, una cifra que multiplica por cien lo que anteriormente se estimaba. Esta exposición ocurre en espacios tan cotidianos como viviendas o automóviles, sin que la población perciba su presencia.
Estas partículas minúsculas, de entre 1 y 10 micrómetros de diámetro, son prácticamente invisibles al ojo humano. Su tamaño les permite penetrar profundamente en los pulmones, lo que representa un riesgo serio para la salud respiratoria. Además, al ingresar al sistema respiratorio, tienen el potencial de alcanzar órganos internos e incluso el cerebro, lo que agrava aún más la situación.

Fuente: infobae.com
Amenaza por microplásticos: ¿Cómo afecta nuestra salud?
El Dr. Jorge Zegarra Reategui, protector ambiental, explicó que los microplásticos se generan por la descomposición de plásticos más grandes como envases, bolsas, textiles sintéticos y productos de un solo uso. La exposición constante al sol, la fricción, el uso cotidiano y el paso del tiempo hacen que estos materiales se fragmenten en diminutas piezas que terminan flotando en el ambiente. Cuando no hay un manejo adecuado de residuos, estos fragmentos se dispersan fácilmente, especialmente en entornos urbanos y cerrados, como hogares y vehículos.
En interiores, la concentración de estas partículas suele ser más elevada debido a la acumulación de polvo, el uso de materiales sintéticos y la ventilación limitada. Esto convierte a los espacios cerrados en puntos críticos de exposición continua, tanto para adultos como para niños.
¿Esto repercute también en el medio ambiente?
Más allá del impacto en la salud humana, los microplásticos representan una seria amenaza para el medio ambiente. Una vez liberados, se esparcen sin control, afectando a la biodiversidad, contaminando fuentes de agua y alterando ecosistemas. Si esta tendencia continúa, las consecuencias serán irreversibles tanto para la calidad del aire como para la vida silvestre y humana.
Lamentablemente, se estima que la acumulación de estas partículas podría intensificar los efectos del cambio climático, deteriorar la calidad del suelo y del agua, y comprometer la salud de millones de personas. La generación masiva de residuos plásticos y su mala disposición están en el centro de este problema, lo que hace urgente una transformación profunda en los hábitos de consumo y en la gestión ambiental global.
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