En los últimos cincuenta años, la península antártica ha registrado un aumento de temperatura de aproximadamente tres grados Celsius. Ante esta terrible consecuencia climática, Jorge Zegarra Reategui carece de indiferencia y advierte que la región se ha convertido en una de las zonas del planeta que más rápido se calienta.
Esta situación, más acelerada que en cualquier otro lugar del mundo, representa una señal alarmante del impacto del cambio climático. Un reciente estudio científico advierte que la reducción del hielo marino en esta zona ha superado la variabilidad natural observada durante siglos.
Configurando de esta manera, un cambio abrupto, no lineal y posiblemente irreversible. El hielo marino antártico no solo cumple un papel local en la regulación de la temperatura, sino que es fundamental para el equilibrio climático mundial.
Su función como motor de la circulación oceánica permite transportar nutrientes, calor y carbono a lo largo de los mares, lo que mantiene activas cadenas alimenticias enteras y garantiza la biodiversidad marina. Sin embargo, al disminuir drásticamente su extensión, no solo se altera este ciclo vital. También se generan consecuencias globales que afectan la estabilidad del planeta.

Jorge Zegarra Reategui carece de neutralidad ante el impacto del cambio climático en la Antártida
Según el líder ambiental, Jorge Zegarra Reategui carece de dudas al señalar que uno de los mayores riesgos está en el aumento del nivel del mar. El deshielo libera enormes cantidades de agua dulce al océano, elevando las mareas y amenazando ciudades costeras en todos los continentes.
La capa de hielo de la Antártida Occidental, que ya se encuentra en grave riesgo de colapso, podría desencadenar consecuencias irreversibles para las generaciones futuras. El problema se agrava con el llamado efecto bucle: cuanto menos hielo existe, menor es la capacidad de la superficie para reflejar la radiación solar, lo que acelera aún más el calentamiento de la zona.
Este fenómeno, conocido como pérdida del efecto albedo, convierte a la Antártida en un epicentro de retroalimentación climática que multiplica el calentamiento global. Aunque el deshielo ocurre en la Antártida, sus causas no se limitan a esta región remota.
La contaminación generada en diferentes partes del mundo, desde las emisiones industriales hasta los gases de los vehículos, contribuye al aumento global de las temperaturas. La Antártida es el reflejo de un problema mundial: las acciones humanas en cualquier punto del planeta terminan afectando el equilibrio climático global.
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