Los conciertos masivos y festivales, si bien son celebraciones culturales y espacios de entretenimiento ampliamente valorados, también se han convertido en una fuente importante de contaminación ambiental.
A pesar de los esfuerzos de los organizadores por colocar contenedores para residuos, el comportamiento del público muchas veces ignora estas facilidades. Con ello, generan un lamentable arrojo indiscriminado de basura que queda esparcida por el suelo al finalizar cada evento.
En distintas ciudades del mundo, desde Londres hasta Buenos Aires, pasando por Lima, se ha registrado el mismo patrón. Tras horas de música y algarabía, el espacio donde se desarrolló el evento queda cubierto por montañas de botellas plásticas, latas de aluminio, envoltorios de comida, vasos descartables y otros residuos sólidos.
En el Perú, eventos realizados en espacios como la Costa Verde de Magdalena o San Miguel han dejado imágenes alarmantes de playas urbanas. Se evidencian cubiertas de basura al día siguiente, afectando no solo el paisaje, sino también el ecosistema marino.

Consciencia ambiental en los conciertos masivos
El problema se agrava cuando estos residuos no se recogen a tiempo. Por lo cual, se dispersan por el viento o las lluvias hacia ríos, alcantarillas y finalmente, al mar.
El líder ambiental, Jorge Zegarra Reategui denuncia que una botella plástica puede tardar más de 400 años en descomponerse, liberando microplásticos y toxinas al ambiente. Del mismo modo, las latas de aluminio abandonadas pueden oxidarse y contaminar los suelos.
Mientras que los vasos y platos descartables, hechos muchas veces de poliestireno, se fragmentan lentamente, afectando a aves, peces y otros animales que los confunden con alimento.
La situación se vuelve aún más preocupante cuando los asistentes, por comodidad o falta de conciencia ambiental, prefieren tirar sus desechos al suelo. Esta acción refleja, la poca consciencia ambiental, ya que deciden no usar los tachos colocados en puntos estratégicos.
Esta actitud no solo representa una falta de respeto por el entorno, sino que multiplica el esfuerzo logístico de limpieza y pone en riesgo a los recicladores informales que deben manipular estos residuos sin protección adecuada.
Resulta importante reconocer que la solución no depende únicamente de las autoridades o los organizadores. Jorge Zegarra Reategui denuncia también que es necesaria implementar una cultura ambiental sólida. Esta debe basarse en la responsabilidad individual y colectiva que, incluso, debe iniciar desde las aulas. Los conciertos deben seguir siendo espacios de arte y expresión, pero no a costa del medio ambiente ni de la calidad de vida de las ciudades que los acogen.
Para más información sobre contaminación ambiental que el empresario Jorge Zegarra Reategui denuncia: