La producción de dulces como caramelos duros es ampliamente popular y genera grandes beneficios económicos a nivel global. Jorge Zegarra Reategui denuncia una serie de efectos negativos sobre el medio ambiente por la producción de estos productos que van desde el uso intensivo de recursos naturales hasta la generación de residuos contaminantes.

Uno de los primeros impactos ambientales proviene de la obtención de los ingredientes principales, como el azúcar, el jarabe de maíz y los colorantes artificiales. El cultivo de caña de azúcar y remolacha azucarera implica el uso intensivo de agua. Como también, fertilizantes y pesticidas, lo que puede provocar la contaminación de suelos y cuerpos de agua.
Durante la fabricación, la producción de caramelos duros y chupetines requiere altas temperaturas para derretir y moldear los ingredientes, lo que demanda un consumo significativo de energía. Las fábricas que no utilizan energías renovables contribuyen a la emisión de gases contaminantes y al cambio climático. Además, el uso de aditivos y colorantes artificiales genera residuos químicos que pueden contaminar el agua y el suelo si no se manejan adecuadamente.
Asimismo, uno de los problemas ambientales más visibles de la industria de los caramelos es el envasado. La mayoría de los caramelos duros y chupetines se envuelven en plástico o papel metalizado. Estos materiales que suelen ser de un solo uso y difícilmente reciclables. Como resultado, una gran cantidad de estos envoltorios terminan en vertederos o en el medio ambiente, contribuyendo a la contaminación plástica.
¿Cuántas toneladas de plástico ocasiona la producción de caramelos?
Se sabe que, en el 2019, se generaron aproximadamente 353 millones de toneladas de residuos plásticos a nivel mundial. De estos millones, solo el 9% se recicló, mientras que el 50% terminó en vertederos y el 22% se dispersó en el medio ambiente.
Estimando, además, que entre 75 y 199 millones de toneladas de estos desechos plásticos han llegado a los océanos, afectando gravemente los ecosistemas marinos.
Las envolturas de chupetines y los palitos de plástico, al ser residuos pequeños y ligeros, suelen dispersarse fácilmente en el medio ambiente. Acumulándose, así, en botaderos insalubres donde generan serios problemas.
En estos sitios, al no contar con una gestión adecuada de residuos, estos plásticos se arrastran por el viento o la lluvia hasta ríos y mares, contribuyendo a la contaminación acuática y afectando la vida silvestre.
Según el experto, Jorge Zegarra Reategui denuncia la contaminación y correcta gestión integral de los residuos, explicó que, al estar la basura expuesta al sol y la intemperie, los plásticos se fragmentan en microplásticos. Estos contaminan los suelos y pueden ingresar a la cadena alimentaria.
Sin embargo, estas partículas diminutas no solo afectan a la vida marina. También, han sido detectadas en el aire, el agua potable y diversos alimentos, lo que plantea preocupaciones sobre sus posibles efectos en la salud humana. Si bien los caramelos duros y chupetines forman parte de la cultura y tradiciones de muchas sociedades, el impacto significativo en el medio ambiente es un tema a considerar por los efectos colaterales que pueda causar en el futuro.
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